jueves, 31 de julio de 2008

En fase de reestructuración

Yo creía que eso de la crisis de los treinta era un mito urbano, a un par de días de cumplirlos, no estoy tan segura.

Hace 5 años, antes de partir a Barcelona, me leyeron el aura, verdad o no, me dijeron varias cosas, entre ellas que aquí me enamoraría y que finalmente, después de mucho tiempo, volvería a Colombia. De lo primero puedo dar fe: Me enamore perdidamente. De lo segundo, no se, pero quizás también tenían razón y después de 5 años deba emprender el camino de regreso.

Aquí estoy, a dos días de los treinta, un poco nostálgica, con ganas de estar entre los míos y celebrar.

sábado, 5 de julio de 2008

Week_end

Mi ropa huele a cigarrillo. Yo también. Siempre redacto mis post primero en word, tengo una ortografía pésima y me avergüenzo de ello. No se sobre que quería escribir, a veces pienso que deberíamos tener una especie de maquinita incorporada que transcribiera nuestros pensamientos, así nos ahorraríamos el trabajo de escribir, bueno, no de escribir, sino de volver a pensar en lo que hemos pensado, contemplado, analizado, mirando, y vaciarlo en un blog, cuaderno, diario, una especie de procesador de pensamiento, de grabadora, un dispositivo USB tipo disco duro externo o pen drive que tome nota de cada uno de nuestros pensamientos e ideas, por que cuando nos sentamos frente a la hoja en blanco, seguro se nos escapan muchas cosas.
Y eso, que no me acuerdo sobre que quería escribir. Tarde de viernes, primera parada: librería taifa, calle Verdi nº 12. Quería comprar un libro para Luca que había visto el domingo pasado, La palabra encendida, selección de textos de Cesar Manrique. Me pasee por las estanterías, esperando encontrar algo, no sabia muy bien que; hace días que no leo nada en concreto, desde que termine como escribir un guión de Gabriel García Márquez. Intente, nuevamente, leer Cortazar a propósito de mi encuentro fortuito con el, en la central del raval, pero no tuve éxito, me es demasiado difícil seguirlo. Leí algo de Berger, Siempre bienvenidos, una recopilación de varios ensayos que habían aparecido anteriormente en diferentes publicaciones, y me había propuesto para escribir un post sobre uno de estos textos en especial: Siempre decimos adiós, pero bueno, esto será otro día, hoy escribo sobre mi tarde de viernes, aunque me vaya por las ramas.
La vida instrucciones de uso, un libro de Geoge Perec que siempre he querido leer, La maquina de follar de Bukoski, Manual de redacción, un libro que descansa en la biblioteca de mi casa (espero), me acuerdo que lo compre o me lo habrá comprado mi papa hace mucho tiempo, no se con que fin, no se si estaba entre los libros de la lista escolar, en fin, hoy lo vi alli y me acorde que lo tenia alla, al otro lado del oceano, inalcanzable, en medio de millones de libros de la biblioteca de mi casa. (tengo suerte, creci entre libros, ahora es muy comun llegar a una casa y no encontrar mas que las paguinas amarillas como unico ejemplar de estos)
Un libro de Loriga, Días aún más extraños, pero era de relatos cortos y lo que necesito ahora es un poco de continuidad. Fui entonces a buscar La invencion de la soledad, de Auster y justo al lado, en la B que va despues de la A, encontré un pequeño libro, El dia de la mudanza, de Pedro Badrán, premio nacional de novela breve en Colombia y era este precisamente el tipo de el hallazgo que esperaba vagando entre las estanterías llenas de libros; contenta, pague y salí de la librería.
Segunda parada: Plaza de la Revolucio. Me senté en un banco donde aun llegaba el sol, hacia un tiempo verdaderamente agradable. Muchos niños corriendo de un lado para otro, mamas con cochecitos, abuelas y abuelos y unos cuantos jóvenes (las mamas con cochecitos también eran jóvenes) bebiendo cerveza. Abrí mi libro y me sumergí en la lectura, 106 paginas en un formato de 18 X 11.5cms, devoradas en una hora, palabras cercanas como asawin, se mezclaban entre el catalán que escuchaba a mi alrededor.
Acabe el libro con una sonrisa y la satisfacción de aquel encuentro fortuito (aunque intencionado, entre a la librería queriendo encontrar algo). Son apenas las 8pm, salí a las 5 de casa, me leí un libro entero y apenas son las 8, ¿que hago?
Tenía hambre y pereza de cocinar, tampoco estaba de ánimo para ir a comer sola a un restaurante. Me apetecía algo así mas del anonimato McDonals, incluyendo su sabor artificial, del vez en cuando me antojo y que como dijo Ani alguna vez, es uno de estos placeres solitarios que en una tarde de viernes de desparche total encaja perfecto en tus planes.
Las 9:30pm, otro paseo por el barrio, las mismas plazas, otra gente. Paso por el video club, resignada me dirijo a casa a ver una película, pero esta vez no tuve la suerte que en la librería, contemple las películas esperando que laguna me dijera algo, pero no, ninguna me hizo un guiño y salí con las manos vacías. Al final, suena el móvil, Emanuele, habíamos quedado de vernos, dice de encontrarnos en plaza del sol, paso primero por el opencor, no tenia yogut para el desayuno, además después de una hamburguesa de plástico tenia ganas de un helado de plástico de Häagen-Dazs, el de macadamia es mi preferido. Me siento a esperar. Entramos a un bar, una cerveza, pocas palabras. Y aquí estoy, sentada escribiendo este post oliendo a cigarrillo aunque me haya quietado la ropa, despues de una tarde de viernes matando las horas yendo y viniendo por las calles de esta que ahora, despues de cinco años tambien es mi ciudad.

Escribí de todo y de nada. Sigo sin recordar que quería escribir, en fin, otro día será.